lunes, junio 30, 2014

Sobre la educación escolar: Evo Morales no quiso (o ¿no pudo?) estudiar con James Heckman


El carácter (problema o bendición) de la educación, es seguramente mucho más importante y menos coyuntural que la mayoría de los problemas económicos de una sociedad, sin olvidar el fuerte componente social que conlleva. Aceptando que mis habilidades como sociólogo deben ser prácticamente nulas, prefiero concentrarme en el aspecto económico de la educación. Mi preocupación surge a raíz de la aprobación de una Ley que permitiría que los niños puedan trabajar legalmente en Bolivia desde los 10 años (BBC Mundo, Junio 2014).
Por un lado, el Presidente de Bolivia, Evo Morales, parece apoyar la idea del trabajo infantil. En sus propias palabras (ver más abajo), él encuentra los elementos positivos del trabajo desde temprana edad.
"Mi experiencia, mi posición: no debería eliminarse el trabajo de niñas, niños y adolescentes, pero tampoco deberían explotar o incitarlos a trabajar. Algunos trabajan por necesidad, pero además eliminar el trabajo de niños es como eliminar que tengan conciencia social…En las áreas rurales, desde el momento en que se aprende a caminar uno ya presta un servicio a la familia. No es explotación, es sacrificado pero eso es vivencia misma" Evo Morales (extracto de BBC Mundo, Enero de 2014)

Por otro, los propios niños exigen que no se les quite el derecho a trabajar.
“Un grupo de niños se ha reunido con el presidente de su país, Evo Morales, para pedirle que les deje trabajar. Tienen menos de 14 años y si se aprueba la nueva ley contra el trabajo infantil no podrán hacerlo.”Antena 3,2013.

Personalmente me espanta el razonamiento anterior, pero debo admitir que el apoyo a tal solución no es para nada aislado. De hecho, creo que una buena proporción de la población boliviana comparte el sentimiento del Sr. Presidente: los niños pueden y deben trabajar, y de hecho lo están haciendo! Según datos del Banco Mundial, cerca del 20% de niños bolivianos entre 7 y 14 años trabajan, lo cual representaría el ya aterrador número de 200 mil niños, que es aun más crítico si consideramos las estimaciones del Ministerio de Trabajo: 550 mil niños por debajo de los 14 años!

Fuente: Banco Mundial. Los porcentajes reflejan el último dato disponible para cada país (entre 2003 y 2013).

Antes de pasar a justificar el porqué de mi espanto, déjenme compartir una anécdota que ilustra la ambigüedad y complejidad del problema del trabajo infantil. Hace alrededor de 4 años, mientras vivía en La Paz, mi esposa y yo usualmente comprábamos en un conocido supermercado de la ciudad. Después de elegir las compras, toca el momento más doloroso de la jornada, pagar por ellas! Claro, en Bolivia esto se hace menos agobiante porque al menos hay un ejército de fieles trabajadores (sí, estoy exagerando, deben ser de 10 a 20 niños, entre 10 y 14 años) dispuestos a embolsar las compras y después – realizando un esfuerzo físico bastante razonable - empujar el carrito hasta el vehículo del comprador. Todo esto por el reducido precio de medio dólar, centavos más, centavos menos.
Bien, esta dinámica, habitual y cotidiana, me parecía bastante incómoda. Incluso antes de analizar el problema, tenía la concepción - a priori-  de que un niño tan pequeño no debería estar trabajando, sino estudiando. Por tanto, como voz de protesta, me negaba a utilizar los servicios del niño, e incluso llegue a mandar una nota al supermercado quejándome por contratar menores de edad para labores físicas que en algunos casos parecían asegurar futuros problemas de salud y - aparentemente - no brindaban ningún derecho laboral a los jóvenes empleados.

Si bien aun defiendo la percepción de que la educación debe ser la prioridad en un niño, me di cuenta que por lo menos la mitad de mi entorno no compartía mi posición. Los argumentos más recurrentes fueron: “si no dejas que el niño haga su trabajo, él no podrá llevar pan a su casa”; “si no trabaja en este supermercado entonces trabajará en otro lado, al menos acá está más seguro”; “el niño aprenderá el valor de las cosas mediante el trabajo”; o “es preferible que el niño trabaje a que se dedique a otros vicios”.

Los justificativos parecieran ser un equilibrio donde todos ganamos. El niño del supermercado puede ayudar a sus padres económicamente, mientras yo me siento más cómodo, incluso siento que le hago un favor! Entonces ¿deberíamos todos apoyar a esos niños trabajadores?

En este punto dejaré las anécdotas para buscar ordenar ideas sobre las causas y consecuencias del trabajo infantil. Un buen punto inicial del problema debe considerar que, en edad escolar, el trabajo y el estudio no son complementarios sino sustitutos, al menos cuando se realizan como actividades de tiempo completo. No me referiré al trabajo eventual, ni a la calidad de la educación, para no dispersar más el análisis.

De las causas
 
Bajo la lógica económica, si un niño trabaja, es porque es lo mejor que puede hacer. Entonces, un niño trabajador (asumiendo que trabaja y no estudia, como planteamos antes) implica que la educación es: 1) inalcanzable y/o 2) inservible. Si la educación estuviera al alcance de todos Y tuviera buenos retornos futuros (en términos coloquiales, fuera un buen negocio), entonces todos los niños (salvo contadas excepciones) estudiarían. Entonces, la educación escolar en Bolivia no es asequible para todos y/o no genera ganancias futuras. Esto podría darse por distintos elementos, algunos de ellos limitarán el acceso a la educación, haciéndola inalcanzable: bajo ingreso de los padres, largas distancias geográficas a los centros educativos, cupos escolares limitados. Por otra parte, otros determinantes afectarían la rentabilidad de educarse, la ganancia: por el lado de la demanda, un mercado de trabajo que no premia la productividad, mientras que por el lado de la oferta, un contenido educativo que no genera productividad. Un elemento transversal a estos determinantes podría ser la valoración intrínseca del niño por la educación, la cual seguramente vendrá determinada por la valoración que la familia y su entorno tienen de la educación.

Por el momento no es necesario dar un peso específico a los elementos anteriores. Si seguimos el razonamiento, podemos concluir que un niño deja de estudiar porque no quiere o porque no puede.


Retornos Futuros\ Acceso
Factible
(puede)
Inalcanzable
(no puede)
Positivos (quiere)
Estudiar (1)
No Estudiar (2)
Negativos (no quiere)
No estudiar (3)
No estudiar (4)

De la tabla anterior, vemos que tenemos 4 posibles eventos, que consideraremos cada uno como un equilibrio. Deberíamos coincidir que (2) es la peor situación que podríamos enfrentar. La educación genera ganancia, pero el niño no puede estudiar. Los equilibrios (3) y (4) serían racionalmente aceptables. En caso de que estudiar no brinde beneficios, sino perjuicios (costos), los niños estarían mejor trabajando que estudiando. Finalmente, existe un equilibrio superior – que justificaré porque es superior más adelante- en el cual los niños pueden y quieren estudiar (1).

De nuestro simple esquema anterior, es directo ver que existen más posibles eventos de No Estudiar que de Estudiar, 3 a 1. Lo que no debe tomarse como cierto, es que existan mayores probabilidades de estudiar, que de no estudiar. Aquello dependerá de las probabilidades asociadas a cada uno de los eventos. En una sociedad en que hayan mayores probabilidades de acceder al sistema educativo, y hayan más trabajos que requieren más educación (mayor especialización), el equilibrio (1) sería el más probable. Por otra parte, una sociedad con muchas restricciones para acceder al sistema educativo, y más sectores económicos con retornos a la educación negativos, seguramente tendrá la mayor proporción de niños trabajando  (4). Sin embargo, la evidencia empírica señala que:
·         Los retornos de la educación, en promedio, son positivos. Es decir, que en promedio, un año más de escolaridad, implica cierto porcentaje positivo de ganancia adicional a lo largo del resto de nuestra vida. Esto es cierto a nivel de varios niveles de escolaridad (incluida la educación universitaria). (Heckman, 2010; Psacharopoulos 2002).

De hecho, en un emblemático y reciente estudio para niños en edad pre-escolar, James Heckman  (Premio Nobel de Economía, 2000) y sus co-autores concluyen que 1 dólar invertido en un niño de 4 años, rendirá entre 60 y 300 dólares a la edad de 65 años.  Entonces, dado que los retornos promedio de la educación son positivos, los equilibrios (3) y (4) serán menos probables, y por tanto los niños estarían trabajando, no porque tienen mejores opciones, sino porque se encuentran con menores oportunidades.

De las consecuencias
Entonces ¿cuáles son las consecuencias del trabajo infantil?, ¿en qué afectaría a largo plazo tener mayores proporciones de niños trabajando que estudiando? Pues bien, debemos mencionar cierta evidencia empírica central que podrá ayudarnos a responder:
·         El nivel de educación es uno de los determinantes positivos menos controversial del crecimiento económico (Barro, 2002).
·         Los trabajadores con más educación, en promedio, generan mayor producto a nivel individual, ya que son más eficientes. Esto va de la mano con el hecho de que la mayoría de las industrias que generan mayor valor agregado, son aquellas que utilizan trabajadores más especializados (con mayor educación).
·         Los sectores con retornos negativos o nulos a la educación, generalmente deberían ser aquellos de mayor riesgo para el trabajador, por ejemplo sectores de agricultura precaria); o incluso sectores ilegales (contrabando, narcotráfico, robo, informalidad).   

No es necesario mencionar acá que la educación, a cualquier nivel, impulsa elementos como la cultura o el respeto a las leyes, que a mi juicio son indudablemente positivos para cualquier sociedad. Pero basándonos solo en los elementos económicos, está claro que la educación está asociada con mayores niveles de ingreso, y que si bien el trabajo infantil puede generar un incremento de corto plazo en el nivel del producto, éste incremento es inferior comparado con el que pudiera obtenerse con un trabajador mejor educado.

Dado que se reconoce que mayores niveles de educación están fuerte y positivamente asociados con mayores niveles de producto y por tanto de ingreso, cualquier política de lucha contra la pobreza, promoción de la igualdad, y generación de empleo, debería apuntar a evitar el trabajo infantil, aun más cuando éste conlleve una disminución en los niveles de educación. Esto quiere decir que, adicionalmente, se debería restringir (fomentar) el crecimiento de sectores de trabajo poco calificado (más calificado) con retornos a la educación negativos (positivos). Es decir, el mejor equilibrio debería ser el número (1) donde los niños tengan acceso a la educación, y existan empleos que valoren a los mejor educados.

Si Evo Morales hubiera disfrutado de un sistema educativo más accesible, y mayores oportunidades de empleo donde se valore y recompense al empleado más educado, posiblemente pensaría igual que James Heckman o escribiría con él, y también podría ser cierto que si James Heckman hubiera enfrentado condiciones más adversas en su niñez, podría estar apoyando el trabajo infantil.

Gracias a la educación, hoy sabemos más de la educación. Aunque Evo y James no estudiaron juntos, aun queda la esperanza de que puedan encontrarse.

Algunas referencias:
·                     Barro R. Education as a Determinant of Economic Growth. In: Lazear EP Education in the Twenty-First Century. Hoover Institution Press; 2002.
·                     BBC Mundo, Enero 2014, ¿Ilegal o parte de la cultura? El trabajo infantil divide a Bolivia. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/01/140110_bolivia_trabajo_infantil_vs.shtml
·                     BBC Mundo, Junio 2014, Senado de Bolivia aprueba reforma que contempla trabajo infantil desde 10 años http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2014/06/140626_ultnot_trabajo_infantil_bolivia_lav.shtml
·                     El Pais, Junio 2014,  “Aquí los niños quieren trabajar”. http://elpais.com/elpais/2014/06/10/planeta_futuro/1402416908_859766.html
·                     Antena 3, 2013, Los niños de Bolivia piden a su presidente que les deje trabajar para subsistir, http://www.antena3.com/noticias/mundo/ninos-bolivia-piden-presidente-que-les-deje-trabajar-subsistir_2013122700031.html
·                     Heckman, James J. & Moon, Seong Hyeok & Pinto, Rodrigo & Savelyev, Peter A. & Yavitz, Adam, 2010. "The rate of return to the HighScope Perry Preschool Program," Journal of Public Economics, Elsevier, vol. 94(1-2), pages 114-128, February.
·                     Andrés Felipe García-Suaza & Juan Carlos Guataquí & José Alberto Guerra & Darío Maldonado, 2014. "Beyond the Mincer equation: the internal rate of return to higher education in Colombia," Education Economics, Taylor & Francis Journals, vol. 22(3), pages 328-344, June.
·                     Pedro Carneiro & James J. Heckman & Edward J. Vytlacil, 2011. "Estimating Marginal Returns to Education," American Economic Review, American Economic Association, vol. 101(6), pages 2754-81, October.
·                     Psacharopoulos, George & Patrinos, Harry Anthony, 2002. "Returns to investment in education : a further update," Policy Research Working Paper Series 2881, The World Bank.
·                     Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsión Social, Junio 2014, Trabajo: en Bolivia existen al menos 850 mil niños trabajadores, 550 mil están por debajo de los 14 años. http://www.mintrabajo.gob.bo/PublicacionDetalle.asp?target=672
·                     The Economist, April 2014, “Is college worth it?” http://www.economist.com/news/united-states/21600131-too-many-degrees-are-waste-money-return-higher-education-would-be-much-better